Irene Vallejo

El silbido del arquero

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  • Ana Saenzcompartió una citahace 2 años
    Oscilo entre el asombro y la frustración. Los humanos se aman entre sí de maneras tan imprevisibles… ¿Por qué a unos las dificultades los arrastran a obstinarse mientras que a otros los conducen al abandono? ¿Por qué el amor entre dos efímeros humanos nunca surge con idéntica intensidad? ¿Por qué uno percibe más claramente su profundo anhelo, mientras el otro flaquea en los desfallecimientos y las intermitencias de su propio corazón? Extraña paradoja de los mortales: el amor es una experiencia común pero rara vez simultánea, jamás reposa equilibrado el fiel de la balanza.
  • Ana Saenzcompartió una citahace 2 años
    Virgilio no llegó a saberlo, pero ha escrito una obra más duradera que el propio Imperio Romano. No llegó a saber que, a lo largo de los siglos, niños y jóvenes aprenderán a conocer las siluetas de las palabras y amar el fulgor del lenguaje con los versos de su Eneida.
  • Ana Saenzcompartió una citahace 2 años
    Ahora sé que la derrota es siempre el punto de partida de una gran historia.
  • Ana Saenzcompartió una citahace 2 años
    Las guerras caen en el olvido, los cantos permanecen. Solo el poema queda para narrar el dolor de los vencidos, la suerte de quienes son atropellados por los imparables acontecimientos que forjan la historia. Aquellos a quienes hoy llamamos héroes fueron un día seres azotados por la desgracia. De la vendimia del sufrimiento brota el vino de las leyendas. Yo conozco el sufrimiento, la duda, el pesado lastre del miedo, pero también he experimentado la redención y el consuelo de las palabras. Ahora lo sé. Yo puedo escribir este poema.
  • Ana Saenzcompartió una citahace 2 años
    Brusco, como son a veces los hombres tímidos, se aleja de Tilio sin más contemplaciones. Mientras atardece en las aguas del Tíber, él desearía con todas sus fuerzas abandonar Roma, navegar a través de los mares y los siglos hasta las costas africanas, y, una vez allí, anudar en torno a Elisa y Eneas un hilo que ni el más afilado de los aceros pudiera cortar.
  • Ana Saenzcompartió una citahace 2 años
    En su timidez, siempre ha pensado que resulta decepcionante para sus admiradores. Tiene un aspecto demasiado torpe y desgarbado, viste con desaliño, sus manos son grandes como las de un campesino y, en lugar de ser elocuente, balbucea siempre que debe hablar en público. Nunca acude a su boca una de esas frases ocurrentes que anhelan los lectores. Ante sus seguidores, se siente desmañado como un niño pequeño al que sus padres vigilan, como alguien que está a punto de ser acusado de una falta y empieza a preparar sus justificaciones.
  • Ana Saenzcompartió una citahace 2 años
    Mi madre solía decir que, algún día, muchos aprenderán a dibujar sus pensamientos, y la magia de guardar las palabras se extenderá, y será un gran conjuro contra el olvido.
  • Ana Saenzcompartió una citahace 2 años
    ¡Por Aquiles, que solo supo que amaba a la amazona Pentesilea un instante después de matarla en combate, los humanos nunca dejarán de sorprenderme!
  • Ana Saenzcompartió una citahace 2 años
    No hay fortaleza más inexpugnable que una sólida alianza con los pueblos vecinos.
  • Ana Saenzcompartió una citahace 2 años
    Mi padre habría sabido convencerlos y apaciguar su descontento. Nunca hubiera consentido estas torpes provocaciones. Pero mi padre murió hace nueve lunas y dejó en mis manos, por entero en mis manos, la suerte de la expedición y la búsqueda de nuestro destino. Todavía ahora, tantas veces, me parece que puedo acudir a él para pedirle consejo. La costumbre de ser hijo perdura más allá de la muerte que siega los lazos. A partir de ahora, todos los vendavales, todas las tempestades me encontrarán huérfano.
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