Yo, mediador(a)

dispositivos fértiles de problematización de los textos literarios en el aula. Quizás la pregunta que más podría ayudar en la etapa de formulación de estos sería: «¿Permite a los alumnos comprender mejor y aprender a comprender?»

pensar intervenciones que atiendan a la especificidad de los textos leídos.

los buenos libros «enseñan a leer» en la medida en que movilizan ciertas formas de manipulación de las convenciones literarias que, actualizadas en el acto de la lectura, ayudan a construir la competencia literaria del lector.

Colomer (2005) hace avanzar la discusión al agregar que lo importante es no perder de vista dos preguntas clave en un proceso de selección de textos: para quién y para qué.

concebir nuestra actuación mediadora en el marco de la lectura guiada: proveer de ayudas para «ver mejor» aquel paisaje tan vasto que nos ofrece la literatura.

hacer explícito el sentido que tiene un cambio de narrador o de focalización, un salto temporal o un diálogo intertextual que, de otro modo, pueden pasar desapercibidos para una gran mayoría del alumnado.

para el primer tipo de situaciones lo central será la diversidad del corpus, para el segundo será la elección de textos resistentes, cuyas dificultades sean productoras de sentido y hagan avanzar, así, a los alumnos en itinerarios de complejidad lectora.

dos tipos de lectura que debiesen tener cabida en la escuela: unas «gratuitas» y otras como «soporte de aprendizajes».

el corpus importa (Colomer, 2002a), pues de él dependen el itinerario de aprendizaje literario que se promueva en las aulas y el tipo de hábito lector y de prácticas de lectura que los alumnos habrán construido al salir de ellas.

los lectores expertos se caracterizan por conocer y participar en los circuitos de circulación y mediación del libro.