Amado Jesús mío, ¿cómo habéis podido sufrir la muerte por quien os debía ser tan ingrato? Dadme, os ruego, dadme parte de aquel dolor que experimentásteis en el huerto. Detesto ahora todos mis pecados, y el dolor que siento por ellos lo uno y agrego al que Vos entonces tuvisteis por mí. ¡Oh amor de mi Jesús, tú eres el ¡amor mío! Señor, os amo, y por vuestro amor me ofrezco a padecer cualquier pena, y aun la muerte. Dadme ¡oh Jesús mío! por los méritos de vuestra agonía la perseverancia final. María, esperanza mía, rogad a Dios por mí.