ajustándose con un cierto retraso a la elemental evidencia física de la existencia, del sopor, del cuerpo que se despereza y pide actividad. Pocos segundos tardó ese cuerpo recién nacido en recibir el peso, la carga de una identidad, de unos deberes, de unas imperfecciones, de unos problemas acuciantes que había que resolver sin demora aquel mismo día.