Libros
Mark Greif

Contra todo

Un ejercicio de disenso radical que reúne ensayos sobre temas tan variados como el cuerpo, la experiencia, la redistribución de la renta o YouTube.
Mark Greif, siguiendo la tradición de grandes intelectuales americanos como Lionel Trilling o Susan Sontag, se plantea en este libro un ejercicio de disensión «contra todo» lo que damos por supuesto: ¿por qué hacemos ciertas cosas y no otras? ¿De verdad creemos en lo que hacemos, o solo seguimos un patrón aprendido en el que ni siquiera acabamos de confiar? ¿Y si la sabiduría popular resultara no ser tan sabia? Comenzando por lo más próximo a nosotros, el cuerpo, Greif analiza por qué estamos tan obsesionados por el ejercicio físico y la alimentación; cuáles son las verdaderas razones que accionan nuestra pulsión sexual; cuál la causa de los nuevos hábitos a la hora de tener hijos; qué queremos decir cuando hablamos de «experiencia».
Pero el libro también aborda cuestiones sociales clave a la hora de conformar nuestro mundo futuro: ¿es posible garantizar una renta mínima para todo el mundo y limitar los beneficios de los más ricos? ¿Cuál es nuestro futuro como televidentes y ordenadorvidentes? ¿Por qué cada vez más gente quiere sentir menos y se refugia en ideologías anestésicas para no sufrir? ¿Pueden los Estados Unidos seguir ejerciendo de policía mundial cuando su propia autoridad nacional está tan cuestionada?
Por último, a partir de su crónica personal del movimiento Occupy Wall Street,
Greif nos ofrece una lúcida reflexión sobre cuál ha de ser el papel del filósofo en nuestro mundo, basándose en Thoreau, su pensador de referencia, alguien que supo hacer tabla rasa de las ideas recibidas y observar la vida desde la frescura de un pensamiento auténticamente radical.
445 páginas impresas
Publicación original
2018
Año de publicación
2018
Traductor
Damián Alou
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Citas

  • Miguel Ángel Vidaurrecompartió una citael año pasado
    El hecho apunta a la inmensa capacidad de YouTube: podría convertirse en un archivo global de la televisión, el medio que nunca ha dispuesto de un archivo accesible público. La gente cuelga viejos anuncios, sintonías y escenas de sus programas preferidos –no tengo ni idea de cómo se han hecho con ellos–, y, de nuevo, interpretaciones musicales de grandes artistas que ya han muerto, y por fin nos damos cuenta de lo que se ha perdido y solo se guarda en la memoria fugitiva. (Me he pasado una velada entera viendo anuncios de mi infancia, y he vuelto a ver el anuncio de Honeycomb Cereal en el que aparece André el Gigante: recuerdo confirmado; revives cosas fantásticas que desaparecieron; ¡además de la pegadiza musiquilla!)
  • Miguel Ángel Vidaurrecompartió una citael año pasado
    Las fantasías de los tecnoutópicos pasaron a Internet. Nada parecido al paraíso que esperábamos disfrutar por televisión. Lo que obtuvimos, en cambio, fueron los realitys.
  • Miguel Ángel Vidaurrecompartió una citael año pasado
    La historia fundamental de la tecnología resulta ser la historia de la fantasía de sus usos tanto como la forma que adquiere en realidad. Los sueños de nuestro decodificador de cable por fin descansaban sobre una hermosa idea: la retransmisión participativa de la vida real. Con un número tan absurdo de canales, las empresas tendrían que entregarnos algunos de los canales, a nosotros, los televidentes, ¿o no? Y acudiríamos a millones a llenar ese vacío. Mostraríamos nuestra naturaleza en los canales del 401 al 499 al igual que lo hacen los cachorros, los océanos y el cielo. Lo haríamos casándonos, discutiendo, mirando la pared, cenando, estudiándonos los pies, celebrando concursos, cantando, estornudando. Éramos centenares de miles los que teníamos cámaras. Solo tendríamos que conectarlas y ponernos a grabar nuestra vida real.

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