En primer lugar, quiero decirles que el régimen de la diferencia sexual con el que trabaja el psicoanálisis no es ni una naturaleza ni un orden simbólico, sino una epistemología política del cuerpo, y que, como tal, es histórica y cambiante.
En segundo lugar, quiero comunicarles que esa epistemología binaria y jerarquizante entró en crisis al menos a partir de los años cuarenta del pasado siglo, no solo por la contestación de los movimientos políticos de minorías disidentes, sino también por la aparición de nuevos datos científicos, revelados por los análisis de la morfología, de la carta cromosómica y endocrinológica, que hacen imposible la asignación binaria.
En tercer lugar, les diré que, como consecuencia de estos cambios, la epistemología de la diferencia sexual está mutando y va a dejar paso, probablemente en los próximos diez o veinte años, a una nueva epistemología. Los movimientos transfeministas y queer de denuncia de la violencia, pero también las nuevas prácticas de filiación, de relación, de identificación, de deseo, de sexualidad, de nominación... son índices de esta mutación.