Recargado en el tronco de un enorme árbol que proyectaba una fresca sombra sobre él, Tito fue abriendo los ojos para encontrarse en un lugar de ensueño, después su reciente partida del mundo terrenal. Rodeado por toda esa belleza y sintiendo de nuevo una juventud que no experimentaba desde hacía mucho tiempo, es sorprendido por la presencia de una hermosa e imponente yegua a la que llamaría Libertad, quien se convertiría en su confidente y compañera de viaje. Juntos pasarían por un sin número de aventuras, las cuales traerían de vuelta a su memoria recuerdos de momentos y personas maravillosas de su vida pasada.
