Hubo una época, no mucho tiempo atrás, en la que el progresismo era un espacio amplio y heterogéneo una sensibilidad compartida y una alternativa política que podía ser competitiva en las urnas. En aquel entonces –los años noventa–, ser progresista era adherir a la búsqueda de mayor equidad social, a la transparencia institucional, el respeto por los derechos humanos y la crítica de la corrupción. Era, en una palabra, ser antimenemista. Tras la crisis de la Alianza en el poder, fue el kirchnerismo el que interpeló al campo progresista y lo obligó a redefinirse.
Este libro analiza la trayectoria del progresismo argentino entre esos dos momentos (de 1997 a 2004) a través de uno de sus productos culturales más representativos e influyentes: las revistas políticas que, mientras reflejaban el estado de aquella opinión pública, sus consumos y sus preocupaciones también contribuían a crear el campo del progresismo, como Trespuntos, Veintiuno, TXT y Debate.
En un relato apasionante, fruto de una sólida y rigurosa investigación que abarcó más de mil ejemplares de esas publicación se, así como entrevistas con sus principales hacedores, este libro reconstruye una época que convoca recuerdos, muestra persistencias –la corrupción, la “inseguridad”, los “saltos” de lealtad de muchas figuras políticas— y bienvenidos cambios –la mirada sexista de aquellos años sobre las mujeres, que hoy resulta inadmisible–.
Mientras aporta a la vez a la memoria sobre los medios en la Argentina y a una discusión abierta sobre el progresismo local, este libro muestra cómo la “grieta” empezó a perfilarse ya en 2003, explora las dificultades del espacio progresista para articular una crítica estructural –y no solo estética— al menemismo, y se propone superarla nostalgia para encontrar lo que aquella experiencia puede aportar a nuestro presente desencantado desde aquel tiempo en el que, como escriben los autores, «para un progresista no había nada mejor que otro progresista”.