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Mary Flannery O'Connor

Un encuentro tardío con el enemigo

Prólogo-coloquio de Guadalupe Arbona con José Jiménez Lozano. "Éste es un cuento que produce un shock en el lector, y creo que la razón de esto es que antes ha producido un shock en el escritor". Así describe la autora el primero de los relatos de esta antología comentada, de nueva y cuidada traducción que ahora ofrece Encuentro. José Jiménez Lozano, en el prólogo, afirma: «Personajes que nos remiten a algo otro que ellos mismos y que lo dado ahí en el mundo. Flanenery O'Connor ha tenido esa experiencia en sus historias, y ha logrado transmitirla».
443 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2012
Año de publicación
2012
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Citas

  • María Fernanda Villegascompartió una citahace 4 años
    vio a su madre al otro lado del pasillo con la cara morada, encogida hasta alcanzar las mismas proporciones enanas de su naturaleza moral
  • María Fernanda Villegascompartió una citahace 4 años
    tercera, había acabado, por su propia iniciativa, una carrera de primera; a pesar de haberse criado bajo el dominio de una mente estrecha, había desarrollado una mente abierta; a pesar de todas las ridículas convicciones de su madre, él se había librado de los prejuicios y no temía plantarles cara a los hechos. Todavía más milagroso era que, en lugar de dejarse cegar por el amor que sentía hacia su madre, como le había ocurrido a ella, había cortado los lazos emocionales entre los dos y era capaz de contemplarla con completa objetividad. No estaba dominado por su madre.
  • María Fernanda Villegascompartió una citahace 4 años
    Lo más irónico de todo era que, a pesar de su madre, hubiera salido tan bien. A pesar de haber asistido a una universidad de tercera, había acabado, por su propia iniciativa, una carrera de primera; a pesar de haberse criado bajo el dominio de una mente estrecha, había desarrollado una mente abierta; a pesar de todas las ridículas convicciones de su madre, él se había librado de los prejuicios y no temía plantarles cara a los hechos. Todavía más milagroso era que, en lugar de dejarse cegar por el amor que sentía hacia su madre, como le había ocurrido a ella, había cortado los lazos emocionales entre los dos y era capaz de contemplarla con completa objetividad. No estaba dominado

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