Frankenstein

Pasó el invierno, la primavera

Mi padre no me hacía ningún reproche en sus cartas, y solo hizo referencia a mi silencio preguntándome con más insistencia que antes por mis ocupaciones. Pasó el invierno, la primavera

mohosas tumbas sin consagrar o torturando animales vivos para conseguir insuflar vida al barro inerte

fracasaba, aunque siempre me aferraba a la esperanza que me aseguraba que al día siguiente o incluso una hora después podría conseguirlo

rostro había palidecido con el estudio y todo mi cuerpo parecía demacrado por el constante confinamiento.

Como la pequeñez de los órganos constituían un gran obstáculo para avanzar con rapidez, contrariamente a mi primera intención, decidí construir un ser de una estatura gigantesca;

Ni siquiera me planteé que la magnitud y la complejidad de mi plan pudieran ser razones para no llevarlo a cabo.

Escuche pacientemente mi historia hasta el final y entonces comprenderá fácilmente por qué me guardo esa información.

Vi cómo las hermosas formas del hombre se degradaban y se pudrían; y observé detenidamente la corrupción de la muerte triunfando sobre las rosadas mejillas llenas de vida; vi cómo los gusanos heredaban las maravillas de los ojos y el cerebro.

Debía también observar la descomposición natural y la corrupción del cuerpo humano.