Al bajar del avión en el desierto australiano, Sienna Fleury sintió que había llegado a casa. El impresionante paisaje despertó su sensibilidad artística, pero lo que más la atrajo del lugar fue Blaine Kilcullen, el hombre que lo dirigía todo.
Blaine, un ganadero adinerado, tenía montones de mujeres dispuestas a llamar su atención, pero ninguna le había interesado tanto como Sienna. Con sus ojos de color ámbar y su cabello caoba, era la mujer más atractiva que había conocido nunca. Sin embargo, no debía olvidar que estaba allí representando a la esposa de su hermano fallecido para reclamar la fortuna de los Kilcullen…