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Libros
Nadine Lifschitz

Bebé vampiro

«Una mujer no logra abandonar a su terapeuta, una niña pierde a su amiga para siempre, una madre se abraza a las fantasías para fortalecer la realidad, una joven conoce la desesperación, otra madre se va al cielo temprano y prístina y otra, menos modélica, lee obsesivamente los horóscopos dominicales.
Los cuentos de este libro están protagonizados por mujeres que habitan el destino echado de antemano. Esperan su golpe y, sin embargo, buscan: dinero, respuestas, chismes, sustancias, treguas en sus vínculos. Por momentos, un breve fulgor -la posibilidad de una salida— ilumina estos ocho relatos, centro y periferia se mezclan, los personajes se dan otros nombres, se dan otras vidas, nacen, impostan, juegan. Finalmente, se preguntan con la lucidez de lo fatal: «Suerte, ¿para qué?».
En los cuentos de Bebé Vampiro lo quebrado está a la vista y brilla. La narrativa de Nadine explora con pulso, piedad y humor zonas amargas, ocultas y condenadas. Como una practicante del arte del Kintsugi, construye sus historias sobre los rastros, las fallas y las heridas. Ese relieve es su andarivel" (Cecilia Fanti).
67 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2024
Año de publicación
2024
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Opiniones

  • Silvia Arenascompartió su opiniónel año pasado
    👍Me gustó

  • Vicky Sabelcompartió su opiniónel año pasado
    👎Olvídalo

  • Africompartió su opiniónel año pasado
    👍Me gustó
    🎯Justo en el blanco
    😄Divertido

Citas

  • Vicky Sabelcompartió una citael año pasado
    A Gloria se le notaba lo argentina, lo porteña y lo profundamente agotada.
  • Cristian David Hernandez Chavescompartió una citael año pasado
    Su vida era distinta a la mía. Se limitaba al colegio del barrio y al almacén. Y a China, claro, ese lugar que ella extrañaba tanto y al que añoraba volver. China, pensaba yo, era casi otro planeta donde la gente tenía la cara distinta, el idioma era distinto y el olor era distinto. Vivi olía a almacén. Más de una vez traté de explicárselo, como a una mezcla entre galletita dulce, alga y humedad. Pasó el segundo grado y Vivi aprendió a hablar, así que mi amistad con ella se hizo aún más divertida y yo dejé de ser la vocera oficial para pasar a ser su mejor amiga. El verano se nos fue entre su casa detrás del almacén y la Pelopincho de mi patio. Una vez más me fui a Necochea con mi familia y cuando volví le conté de la playa, que ella no conocía. Me contó que en China vivía muy lejos del mar y que, en realidad, no era nada común irse de vacaciones. Yo trataba de imaginarme su vida allá, su familia y su casa que, por supuesto, no era parte de un almacén.

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