—Eh, venga, vamos —protesté, tratando de evitar la situación—. ¿Cómo voy a traerte una cerveza si no me dejas levantarme?
—Prefiero tomarte a ti. —Se rio de forma estentórea al tiempo que deslizaba las manos por mi cuerpo.
—Deja que se vaya antes de que te aplaste la puta cara. —Reconocí la voz de Kyland al instante. Dejé de luchar y el camionero giró la cabeza, liberándome de su agarre. Me puse en pie y me alisé la camisa hacia abajo.
Kyland estaba detrás del tipo, con los dientes apretados y los puños cerrados a los costados.
—Venga, hombre. —El tipo se arrastró, moviendo su considerable cuerpo en el asiento—. No pensaba hacerle daño, solo estaba saludando a la dama. —Me recorrió el cuerpo con los ojos.
—A las damas se las saluda con la boca, no con las manos.