El autor hace muchas presuposiciones respecto a la historia y a la filosofía. Es decir se nota que no es historiador ni filósofo profesional. No obstante, pone el dedo en la llaga de varias de las contradicciones del ateísmo. Lo cual implica un aporte al debate. Me temo que casi nunca logra terminar la argumentación de manera decisiva. Pero hay heridas en el ateísmo que por más que uno le busque el autor acaba teniendo la razón, aunque el argumento no haya sido determinante.
Buena lectura para quien se inicia en estas lides.