En este compendio de sentires y pensares, todo viene revuelto en un torbellino de recuerdos y vivencias.
A través de las épocas de su vida, incluyendo su niñez, el autor va trazando un camino literario en orden alfabético, en el que dibuja una línea muy delgada entre la prosa y el poema.
La idea surge como un homenaje a sus padres, sensible gente de letras.
Si bien su vida ha estado dedicada al vuelo como piloto aviador de aerolínea, ha dedicado parte de su tiempo a la expresión lírica.
En este atrevimiento, dicha expresión viene como un intento de rescate por los valores líricos desgastados por el tiempo y por el comercio de las letras.
“Desde lo hondo había que desarraigar el aliento, porque el espíritu es un laberinto” dice.
De una forma purista, sus palabras se reúnen como sobrevivientes de un naufragio. El recuento de vivencias a veces es poemario, a veces conjunto de textos varios, de epístolas, y sólo una vez, un cuento.
Al fin y al cabo, todo se reúne en enunciados diversos que simplemente son testimonios de una senda vivida con intensidad.
