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Alexandra Risley

Un verano en Chatsworth

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  • Ivanna Peñaloza Acevedocompartió una citahace 6 años
    La joven se estremeció cuando una corriente de aire frío entró por la ventana, ocupando el espacio entre los dos.
    De pronto lo sentía lejano.
    Juzgó su pensamiento como ridículo y se burló de sí misma. Se despidió de su amado agitando la mano y cruzó la puerta con sigilo, sin adivinar que el hombre al que estaba dejando en aquel dormitorio se estaba despidiendo de ella.
  • Ivanna Peñaloza Acevedocompartió una citahace 6 años
    —Convertiste el dolor en tu propia cura —sonrió—. Para eso se requiere valentía.
  • Ivanna Peñaloza Acevedocompartió una citahace 6 años
    —No me digas que… —Sinclair interrumpió sus cavilaciones con una risotada escéptica—. No pensarás contaminarla con tus cortejos, ¿verdad, Seymour? —Gabriel le miró furioso—. Ni siquiera lo pienses, grandísimo idiota. Es demasiado buena para ti.
    —Lo sé. Pero aun puedo matarte si te le acercas tú.
    —No puedes evitar que yo la pretenda. Le convendría desde todo punto de vista si pusiera mis ojos sobre ella —Gabriel taladró con la mirada a su odioso compañero de regata—. Podría hacer que la admitieran en Trinity College. ¿No es eso lo que ella tanto desea?
    El otro resopló, divertido.
    —¿Quieres que ella te tome en serio o que te deba un favor? Eres patético.
    —Me tiene sin cuidado lo que creas.
    —Estoy hablando en serio, Sinclair. No la molestes o no tendré compasión contigo.
    —Sí, sé que eres bueno con los puños —masculló el rubio con desprecio—, pero yo soy bueno con la pistola. No sería el primer duelo clandestino en Chatsworth. ¿Conoces la historia del conde de Windham y su esposita ligera de cascos?
    Gabriel achicó los ojos, lanzando una dura mirada a su oponente.
    —Ojalá fueras capaz de cumplir la mitad de tus amenazas, zoquete.
    —Cumpliré esta si insistes en atravesarte entre la señorita Thorton y yo.
    —¿Cómo es que un día la desprecias y al otro te encaprichas con ella? ¿No la llamaste «arribista» no bien supiste que venía a Chatsworth?
    Sinclair elevó el mentón, orgulloso.
    —Eso fue antes de conocerla mejor. De hecho, me parece una joven de lo más atractiva e inteligente. Dos cualidades que difícilmente coinciden en una mujer. Creo que sería la digna esposa de un médico. ¿No te parece?
  • Ivanna Peñaloza Acevedocompartió una citahace 6 años
    —¿Cómo dice?
    —¿Qué otra impresión le causé la primera vez que me vio?
    Él tragó saliva.
    —Pensé que el verdadero motivo de su venida a Chatsworth era simplemente… hallar un marido aristócrata. Creí que fingía interés en el tema para cazar a un científico renombrado, a un lord, o como hizo su amiga… a un duque.
    Ella abrió los ojos como platos al escuchar aquella clara y ofensiva alusión a Devonshire.
    Devonshire, un hombre casado, con hijos y la edad suficiente para ser su padre.
    —Lo siento —balbució el muchacho—, ahora no me…
    —¿Cómo se atreve? —Rugió con la garganta constreñida por la ira y la amenaza las lágrimas anegando sus ojos—. ¿Por qué me hace esto? ¿Qué es lo que le he hecho? Si me cree tan inferior, ¿por qué no me ignora? ¿Por qué simplemente no se olvida de que existo?
    El brillo en sus ojos verdes fue extraño, pero Fanny no se detuvo a pensar en eso. Hervía de indignación y furia.
    —Oh. Maldición —le susurró él—. No llores, te lo ruego. No ha sido mi intención ofenderte. Tú me has preguntado y yo… No debí decir eso.
    —Está bien —sollozó—. Usted gana. Me iré mañana de Derbyshire.
    Ahora eran los ojos de lord Everett los que se abrían con la fiereza de su asombro.
    —¡No! No te irás de aquí… Maldita sea, Fanny.
  • Ivanna Peñaloza Acevedocompartió una citahace 6 años
    —Escúcheme —dijo él con solemnidad—. Como le he dicho al principio, creo haberla juzgado muy duramente. No pretendo poner en tela de juicio su idoneidad para practicar la medicina. Si le hice creer eso, me retracto.
    —Fue usted muy convincente en el invernadero. «La medicina es cosa de hombres», ¿no es verdad?
  • Ivanna Peñaloza Acevedocompartió una citahace 6 años
    Admito que su llegada a Chatsworth me ofendió, porque además de ayudar al viejo marqués de Piggott a desobstruir el conducto respiratorio no vi ningún mérito en su persona. Yo fui el mejor alumno de todo mi college y le aseguro que nadie me ayudó a alcanzar esa distinción. Todo lo que logrado ha sido a pulso y a contracorriente. Esta decisión de vida me ha costado la relación que tenía con mi familia y quizá también mi herencia. Le aseguro que cada estudiante que ha venido…
    —Lo siento mucho —le interrumpió ella—, pero su situación de vida y todo el sacrificio que ha hecho para llegar adonde está no lo convierte en juez de…
    —La invitación a Chatsworth House… y todo lo que implica es un privilegio sagrado, señorita Thorton. ¡Igual que la admisión en Cambridge!
    —Lo de lord Piggott fue un golpe de suerte, es cierto —asintió apretando los dientes—. Pero yo me he esforzado por aprender tanto como usted. He trabajado por dos años, solo Dios sabe cuánto. ¿Y para qué? Usted al menos consiguió lo que quería, ¡es un distinguido graduado de Cambridge! Yo en cambio —hizo una pausa en la que vio venir las lágrimas, pero se esforzó desesperadamente en hacerlas retroceder—. Si no me han admitido en ninguna universidad es solo por el hecho de que soy mujer. ¡Eso no lo podré cambiar nunca!
  • Ivanna Peñaloza Acevedocompartió una citahace 6 años
    Sospecho que no está disfrutando mucho su estadía en Derbyshire.
    —¿Qué le hace pensar eso? Si no he hecho más que recibir el calor y la amistad de todos los invitados. Ya me siento como en casa, de hecho.
  • Ivanna Peñaloza Acevedocompartió una citahace 6 años
    —¿Desde hace cuánto que lo conoces?
    —¿A quién?
    —Al doctor Seymour —le sonrió con picardía. Lo único que le faltaba—. Es evidente que lo habías visto antes de venir a Chatsworth.
    —En Devonshire House.
    —Es muy atractivo. Es el hombre más atractivo del lugar. Claro, después de Everett, quien, vale señalarlo, parece haber cambiado drásticamente su actitud hacia ti.
    —Que imaginativa eres.
    —¡Quién sabe! Pero algo me dice que podrías terminar el verano con una plaza para la universidad y un marido.
  • Ivanna Peñaloza Acevedocompartió una citahace 6 años
    —La sensibilidad y delicadeza femenina no convienen en el trabajo de un médico, señorita Thorton. Se equivoca si piensa que el asunto se reduce a abrir a un cristiano, sacarle un tumor que le causa dolencias y enviarlo a casa, o en prescribirle el medicamento adecuado para cada síntoma. Incluso para un hombre es tremendamente difícil decidir cuándo amputar un miembro y conseguir que no le tiemble el pulso al hacerlo. Tener una puñetera vida en las manos y saber qué hacer sin dejarse abrumar por sentimentalismos es… ¡es cosa de hombres!
    —¡Por supuesto que no!
    Fanny se volvió para encararlo, pero lo hizo tan bruscamente que el cuerpo de lord Everett colisionó contra el suyo; ella terminó con el rostro pegado al cuello de su chaqueta deportiva. El joven aristócrata no se apartó. Fanny elevó el rostro y descubrió en aquellos ojos verdes un brillo inesperado, más cálido de lo que anticipaba.
    Puso distancia de inmediato.
  • Ivanna Peñaloza Acevedocompartió una citahace 6 años
    Acercó su rostro a una curiosa flor para inhalar el perfume, penetrante y dulzón, con un delicado aspaviento. Pero el aroma resultó una invasión poco tolerable para su mucosa nasal. El resultado fue un par de estornudos. Cuando recuperó el control de sí misma, tenía ante ella un prístino pañuelo que lord Everett le tendía. Lo tomó y le agradeció a regañadientes.
    —En mi profesión, cuando una mujer muestra interés en el funcionamiento del cuerpo humano, decimos que solo desea aprender a evitar embarazos y practicarse abortos.
    —¡Parece algo inventado por alguien tan horrible como usted! —gruñó.
    Lord Everett rio, quizá porque había logrado su cometido de provocarla.
    Para entonces, unas cuantas miradas curiosas habían captado el insólito intercambio entre ellos.
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