El tema de la ética fue debatido por los filósofos de la antigüedad y sigue debatiéndose hoy en día porque, aunque muchos lo ignoren, impregna el núcleo de nuestras interacciones y está presente en las decisiones que tomamos y en cómo nos afectan esas decisiones. Incluso podríamos decir que la ética es la contrapartida griega al estudio del concepto indio de dharma, o la comprensión de la relación entre las causas, la conciencia y sus efectos. El estudio de la ética no es sólo un estudio de la moral, sino un importante avance hacia nuestra propia conciencia. Cuanto más sepamos sobre lo que nos hace morales o inmorales, mejores serán nuestras elecciones y más cerca estaremos de una vida con sentido y alegría. No hay iluminación sin conciencia, y no hay conciencia superior sin comprensión de la ética, que debe seguir a un avance en el desarrollo de la razón. Por lo tanto, el estudio de la ética forma parte del camino para llegar a ser una persona más capaz en los diversos ámbitos de la vida.