Quisiera quedarme quieta

Qué difícil es estar con alguien por tantos años. Hay algo que se va y no regresa.

Los sueños tienen una propiedad inasible. Son de la materia de la que imagino son las nubes: al tocarlas se deshacen.

Los sueños tienen una propiedad inasible. Son de la materia de la que imagino son las nubes: al tocarlas se deshacen

¿Y si éstas son las previsiones que tomo para la muerte? ¿Para la vejez que temo?

envidiaba porque en su corta y enigmática vida había conocido el amor que yo anhelaba conocer. Esa envidia era el motor que alimentaba otros deseos, a contrapelo de sus vivencias. Salir al mundo, con amor o sin él. Escribir algo alguna vez.

prueba de que no se está pudriendo en vida y es todavía una persona y no un espectro.

Nunca exigí lo que me tocaba. Me convencí de que había llegado a este mundo sola, y que así lo abandonaría, y que todo lo demás sería una nada sobre nada

dio pudor imaginar el proceso de edición, la inmersión en la computadora/el instrumento/el cajón de secretos de Aura, la selección (es decir, la eliminación) del material, la decisión usurpada, la imposibilidad de que la autora ordenara su obra, su primera y única obra. Sentí dolor al leerla y admirar el talento y su potencia pero también la promesa inacabada: Aura no había terminado. Aura no había llegado. Aura necesitaba más tiempo y más espacio y más vida vivida.
¿Y si éstas son las previsiones que tomo para la muerte? ¿Para la vejez que temo?
Aquella escritura privada era el recordatorio de mí misma. Los hechos de mi vida solo anuncian su dibujo, solo cobran su debida espesura, cuando han pasado los años y puedo entonces sumergirme en el sentido, narrado como un relato, asumido como un misterio, mirando a la que fui como otra, cercana.
Releerme. Releerme que es como mirarme prolongadamente en el espejo.
Reescribirlo todo.

quise quemarlo. Le arranqué las hojas e intenté prenderles fuego, al que no cedieron; entonces las desmenucé bajo el chorro de agua. Las palabras ya se habían fijado en una superficie incandescente, pero no soportaba releerlas.

(la voz fijada por la escritura tiene sobrevida, porque a través del lenguaje se perpetúa).