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Nick Hornby

Fiebre en las gradas

  • Héctor Rojocompartió una citahace 10 meses
    Por lo que a ellos se refiere, yo era el Arsenal, y tenía todo el derecho del mundo a apurar las mieles del triunfo.
  • Héctor Rojocompartió una citahace 10 meses
    Creo que no me apetecía pasarlo bien en el fútbol. Me lo había pasado bien en otros lugares, y estaba asqueado de aquello. Más que nada necesitaba un sitio en el que una infelicidad inconcreta pudiera prosperar, un sitio donde estarme quieto, agobiado y mohíno. Estaba triste, ¿no? Pues cuando iba a ver a mi equipo, podía desenvolver esa tristeza y airearla un poco.
  • Héctor Rojocompartió una citahace 10 meses
    La verdad, lisa y llanamente, es que las obsesiones no tienen ninguna gracia. Los obsesos no ríen.
  • Héctor Rojocompartió una citahace 10 meses
    Estaba encadenado al Arsenal y mi padre estaba encadenado a mí. Ninguno de los dos tenía forma de encontrar la salida.
  • Héctor Rojocompartió una citahace 10 meses
    Después del partido contra el Swindon, había descubierto que la lealtad, al menos en términos futbolísticos, no era objeto de una elección moral, tal como pudieran serlo la valentía o la amabilidad, sino que era más bien como una verruga o una joroba, es decir, algo con lo que uno ha de convivir sin remedio. Los matrimonios no son ni de lejos tan rígidos; es imposible cazar por sorpresa a un hincha del Arsenal que se vaya al campo del Tottenham a escondidas para disfrutar de unas caricias y unos arrumacos fuera del lecho conyugal
  • Héctor Rojocompartió una citahace 10 meses
    Tener facultades críticas es algo terrible. A los once años no había películas malas, sólo había películas que no me apetecía ver; no había comidas malas, sólo coles de Bruselas y berzas; no había libros malos, pues todo lo que leía era estupendo. De repente, me levanté de la cama un día cualquiera y todo había cambiado. ¿Cómo era posible que mi hermana no entendiese que David Cassidy no estaba en la misma onda que Black Sabbath? ¿Cómo demonios pensaba mi profesor de literatura que La historia del señor Polly era mejor que Diez negritos, de Agatha Christie? Desde aquel momento y en lo sucesivo, el placer ha sido algo mucho más huidizo.
  • Héctor Rojocompartió una citahace 10 meses
    Me quedaba mirando aquella fotografía durante un buen rato, intentando detectar en la imagen alguna huella del trauma sufrido la semana anterior, algún indicio del pesar, del dolor, pero sin encontrar nada de eso: al parecer, todos menos yo habían olvidado lo ocurrido. Durante mi primera temporada como hincha del Arsenal, me habían traicionado mi madre, mi padre, los jugadores y los hinchas del equipo.
  • Héctor Rojocompartió una citahace 10 meses
    Por vez primera, de golpe y porrazo me percaté de la presencia de todos los hinchas del Swindon que había a nuestro alrededor, de su espantoso acento del oeste, de su absurda e inocente alegría, de su delirante incredulidad. Hasta ese momento, nunca me había cruzado con los hinchas del equipo contrario, y les odié como nunca había odiado a un perfecto desconocido.
  • Héctor Rojocompartió una citahace 10 meses
    En estas primeras fases, mi relación con el Arsenal era de naturaleza totalmente personal: el equipo no existía más que cuando yo estaba en el estadio (no recuerdo que me sintiera especialmente hundido a raíz de los pésimos resultados en campo contrario). Por lo que a mí se refería, si ganasen los partidos que yo viera en directo por 5-0 y perdieran todos los demás por 10-0, la temporada habría sido espléndida, probablemente conmemorada con un viaje del equipo en pleno, en un autobús abierto, para recorrer la M4 con el único propósito de venir a saludarme.
  • Héctor Rojocompartió una citahace 10 meses
    Y sí, sí que estoy al tanto de la otra cara de este maravilloso recurso del que disponemos los hombres: terminamos por ser unos reprimidos, fracasamos en nuestras relaciones con las mujeres, nuestra conversación es trivial, aburrida; somos incapaces de expresar nuestras necesidades emocionales, no conseguimos relacionarnos como debiéramos ni siquiera con nuestros hijos, morimos sumidos en la soledad y en la tristeza. ¿Sabes qué pienso? ¡Qué cojones importa! Si uno puede llegar a una escuela en la que hay otros ochocientos chavales, la mayor parte de ellos mayores, todos ellos más altos que uno, y no sentirse intimidado simplemente porque lleva a un Jimmy Husband repetido en el bolsillo de la chaqueta, creo que el trato valió la pena.
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