El resultado fue el que menos se esperaba, debido sobre todo a la no reconocida alianza entre los pobres de la clase obrera y los ancianos de todas las clases. Los primeros no tenían nada que ganar con el orden establecido ni nada que perder, y les hacía ilusión llenar la casa con bienes de primera necesidad y otros de lujo, y tener la cartera repleta de billetes aunque fuera por poco tiempo. Los ancianos, por aquello del acortamiento cognitivo, sentían una atracción nostálgica por lo que creían que era una propuesta para atrasar los relojes. Los dos grupos, los pobres y los ancianos, estaban movidos por una variada gama de sentimientos nacionalistas.