No duermas, hay serpientes

nuestra cultura y nuestras experiencias pueden abrir una brecha casi inconmensurable también en nuestra percepción del entorno.

Podría suceder que en las particularidades culturales de los pueblos, en sus rarezas, se encuentren algunas de las revelaciones más instructivas sobre lo genéricamente humano.

CLIFFORD GEERTZ

Podría suceder que en las particularidades culturales de los pueblos, en sus rarezas, se encuentren algunas de las revelaciones más instructivas sobre lo genéricamente humano.

CLIFFORD GEERTZ

Lo cierto, hasta donde yo sé, es que no hay en su idioma una palabra que signifique preocupación. Un grupo de psicólogos del departamento de ciencias cognitivas y del cerebro del MIT, que vino a visitar a los pirahã, señaló que parecían las personas más felices que habían visto jamás.

Cada pueblo resuelve los problemas lingüísticos, psicológicos, sociales y culturales a su manera. Cuando una lengua muere sin dejar documentación, perdemos una pieza del puzle que es origen del lenguaje humano. Y, lo que quizá sea más importante, la humanidad pierde un ejemplo de cómo vivir, de cómo sobrevivir en el entorno.

Un idioma es una reserva especializada de experiencias culturales.

Los pirahã han construido su cultura en torno a lo que es útil para la supervivencia. No les preocupa lo que no conocen, y tampoco creen que puedan hacerlo todo ni saberlo todo. De la misma manera, no codician los productos o las soluciones resultantes de conocimientos ajenos.

Hay, sin embargo, una forma alternativa de ver las cosas, a mi juicio muy interesante. Tal vez sea la presencia de estas preocupaciones lo que vuelve a una cultura más primitiva, y su ausencia lo que la hace más desarrollada. De ser esto cierto, los pirahã son personas muy desarrolladas. ¿Es esto una exageración? Preguntémonos si es más desarrollado contemplar el universo con inquietud, con preocupación, y tener la creencia de que podemos comprenderlo todo o, por el contrario, disfrutar de la vida tal como viene, reconociendo la probable futilidad de buscar una verdad o un Dios.

La verdad, para los pirahã, es pescar un pez, remar en una canoa, reír con los hijos, amar a los hermanos y morir de malaria. ¿Los convierte esto en seres más primitivos? Muchos antropólogos así lo han insinuado, por eso se empeñan en descubrir qué ideas tienen los pirahã acerca de dios, el mundo y la creación.

Los pirahã han establecido un firme compromiso con el concepto pragmático de utilidad. No creen que exista un cielo o un infierno, ni que valga la pena morir por ninguna causa abstracta. Nos dan la oportunidad de considerar cómo sería una vida sin absolutos tales como la rectitud, la santidad y el pecado. Y la visión resulta muy atractiva.