Las obras maestras, como es el caso de Las ciudades invisibles (1972) de Italo Calvino, son inagotables. Los relatos de los viajes que Marco Polo describe a Kublai Kan sirven de desencadenante para iniciar un fértil diálogo entre la arquitectura, la literatura y la filosofía. Nada puede ser más actual que hablar de aquello que habla de lo intemporal. Nada puede ser más bello que soñar a partir de un poema de amor a las ciudades, especialmente hoy, cuando cada vez es más difícil vivirlas.