Había seis en total: seis grandes muchachas, y vivían en una gran casa, en medio de una larga carretera, cuyo extremo se pierde en la ciudad de Londres, mientras que el otro se extiende sobre el condado De Hertford. Hace años, John Gilpin había montado su famosa carrera por ese mismo camino, y a Christabel le encantaba mirar por la ventana de su dormitorio e imaginar que lo vio volar, con su pobre cabeza calva desnuda ante la brisa y las botellas balanceándose lado. Había cortado una foto de él de un libro y la había clavado en su pared, porque, como le explicó a Agatha, su hermana especial, sentía que era un deber apoyar a "talento local" y, en la medida en que ella pudiera descubrir, Gilpin era la única celebridad que había frecuentado el barrio.