Los besos son interminables, las caricias urgentes. Draco entra en el cálido cuerpo de Harry tratando de no dejarse llevar por el acuciante impulso de penetrarlo con codicia, rápido, fuerte. Como si temiera que en cualquier momento el auror pudiera arrepentirse y empujarle lejos de él, perdiendo una oportunidad que sabe que es muy difícil que vuelva a presentarse. Pero Harry atrapa su rostro entre las manos antes de correrse y le mira con esos ojos verdes tan intensos nublados de placer, totalmente entregado a él. Sin asomo de vacilación, sin rastro de duda. Y cuando Draco se derrama, lo hace también con los ojos, incapaz de contener las sensaciones que vibran en su cuerpo, en su corazón