Lo mismo noche tras noche. Estoy harta. Harta. Harta de cuerpos desconocidos, de ser una muñeca, de que me usen para tirarme, de que me tiren para usarme. Estoy harta de no poder soñar con la luz del sol ni el mundo más allá de esta cama. Estoy harta de desgastar mis manos y mi piel al frotar mi cuerpo con jabón en un intento de sentirme menos sucia. En un intento de borrar el tacto de todas esas personas, el sabor de todos esos cuerpos.