Eventualmente Tanaka-oyakata haría el corte final del moño de Hiroshi, seccionando los últimos mechones que le ataban al sumo, el deporte que había amado desde su niñez. Hiroshi se quedó atónito ante el estruendoso aplauso, una vida entera que terminaba con el corte de su moño. Apenas podía tragar. Cuando se levantó, sus emociones ascendieron hasta la garganta.