El escritor francés Jules Renard decía que la única felicidad consiste en buscarla. Su ausencia es la mayor forma de «vacío», y cada cual se ocupa de amueblar ese vacío, de llenarlo, como puede. Unos con objetos, otros con experiencias y sensaciones; incluso con eso que llamamos amor. Desde el místico hasta el aficionado a los juegos de azar, desde el guerrillero hasta el coleccionista, todos persiguen lo mismo; como sabía Somerset Maugham, «las cosas que se nos escapan son más importantes que las que poseemos».
Algunos, como Voltaire, admiten que en el fondo lo único que hay que hacer es cultivar un jardín: ahí encontraremos una forma pura de la felicidad; otros la hallarán en ciertos objetos, por humildes que sean, en los que parece encarnarse la belleza. Cada cual tiene su propia receta y a menudo los más disolutos parecen los más sabios. Son muchos los que creyeron, y creen, que los grandes placeres (incluso el “simple” placer de desear) nos ofrecen la mayor forma de felicidad posible, la única forma en realidad.
Hay en este libro muchas pistas y muchas citas, tanto de grandes mujeres como de grandes hombres (escritores, artistas, cineastas…). Algunos de sus placeres pertenecen ya al pasado, aunque disfrutaremos al leer sobre ellos; pero la mayoría, por suerte, no tiene fecha de caducidad. Como los besos y las bicicletas, el café y el chocolate, los viajes y las flores.
«Una amenísima y mesurada miscelánea pascaliana, breviario de agradables placeres y sabrosas anécdotas. Un conjunto de miniensayos que funcionan al modo del retrato coral, un egregio catálogo de citas que mantener cerquita en las horas tranquilas, para que no se nos olvide que la vida es una fiesta en movimiento.»
J. S. de Montfort
“Los grandes placeres es un libro salvavidas, de los que contrarrestan las lecturas agrias.”
Peio H. Riaño
«Los grandes placeres es un texto de creación apasionante, muy bien escrito, con mucha agudeza y dominio del estilo, donde las opiniones y juicios, criterios y puntos de vista del narrador, son el hilo que todo lo conduce y que toma las referencias de los objetos y de las palabras para una búsqueda de la felicidad que termina siendo una autobiografía intelectual del propio Scaraffia.»
Antonio Garrido