Pues bien, entre un viaje que tal vez no se hizo, pero que sí se hizo, y un camino que ya nadie recorre, pero que todos, además del crepúsculo, recorremos gracias a la poesía, las relaciones entre la cultura mexicana y la cultura japonesa seguirá seguramente siendo rica en caminos, viajes, crepúsculos y albas. Es un gusto enorme