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Arturo Sánchez Ciriza

Los viajeros de las estrellas

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Anexo de mi libro? Los Viajeros de las Estrellas?

Para insertar en la solapa. (No tengo foto, pero valdría cualquier cosa).

Arturo Sánchez Ciriza es un autor polifacético y se caracteriza por su humor, que hay veces que tiene su gracia. Primero publicó un libro de cocina, pero no es un recetario de tantos, sino que es un auténtico curso de cocina. Se titula “Curso Gordo de Cocina Tradicional” (2014), muy indicado para ceporros consagrados e inútiles de ambo sexos. Posteriormente (también en 2014, pero después), para desengrasar, publicó nada menos que todo un tratado de filosofía barata, totalmente artesanal, especial para ceporros finos, titulado «Crítica de la Tontuna Pura”, y ahora nos sorprende con esta novela de ciencia ficción que, según dice él mismo, es la primera novela de marcianos que no es de marcianos. Además nos amenaza con publicar en el futuro, si Dios no lo remedia, libros de historia, novelas del Oeste, policiacas, de espías y de lo que haga falta.
Para insertar en la contraportada. Mando dos párrafos para que coloquen, si fuera posible, los dos y, si no, el que les parezca mejor.

– Es que son extranjeros.
– Eso ya lo has dicho, pero? ¿Como cuánto de extranjeros. A mí me parecen de esos, ¿cómo los llaman?…?Atronautas?, ¿no?
– ¿Por qué dices eso?
– Porque tienen cara de marcianos.
– Pero, me cagüen? Pero si son igual que nosotros, chico. ¿Cómo se te ha venido esa idea a la cabeza? ¿Por qué van a ser marcianos?
– Yo qué sé, pero son muy raros.
– ¡Coño! ¡Qué manía!. Pues yo no los veo tan raros.
– Es que por un lado parecen críos, pero por otro lado tienen cara como de mayores.
– Bueno, vale. Pues agárrate, galán y no digas de esto nada a nadie.
– ¿Ni a mi mujer?
– A esa menos que a nadie.
– Dispara, que soy una tumba.
– Lo has jurado.
– No lo he jurado, Afrodisio, no seas cisma. Además da lo mismo.
– Se lo vas a decir a todo cristo, ¿no?
– ¡Que no, galán! Sabes que sé guardar un secreto.
– Pues ahí va: son de otro planeta, en efecto. Pero no son marcianos.
– ¡No jodas!
– Como te lo cuento.
– ¿Y no vienen de Marte?
– ¡Quia! Eso no es nada. Estos vienen de mucho más lejos.
– ¿Más lejos que de Marte?
– Pero si Marte está ahí al lado, chalado. Que no tienes cultura ni na. Estos vienen de otra galaxia.
– Bueno, ¿Y eso qué es?
– Pues la misma palabra lo dice: de otra galaxia, que son esas cosas que hacen así en espiral, que están allá arriba, en el cielo, pero muy lejos.
– ¡Ah! Qué grande eres, Afrodisio, y lo que sabes? Dijo con cierta admiración Sebastián.
– Yo es que he viajado, macho, y eso siempre se nota.

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Otro párrafo podría ser:

– ¡¡Santo Cielo, qué es eso, mi general!!
– ¿El qué? ¿Eso?… Nada. No es nada, coronel. Y no me llame general. Y haga lo que le he dicho. Por cierto, ¿no tendrá unas farias por ahí? Me los han debido robar esos? ¡Piiiiiiii!…, de marcianos.
– No. No tengo farias ? el coronel no apartaba la vista de aquella enormidad que estaba casi sobre sus cabezas.
– ¿Tiene tabaco, de lo que sea?
– No, no fumo ? contestó sin dejar de mirar a la nave.
– ¡Maldita sea mi estampa! ¡Qué día llevo! ? opinó el ex general con resignación.
– Pero es enorme, mi general.
– ¿El qué? ¿Qué es tan enorme, mi coronel? ? el ex general solo se preocupaba de rebuscarse todos los bolsillos por ver si se encontraba algo que se pudiera fumar.
– Esa nave, mi general. La nave sideral esa que tenemos sobre nuestras cabezas, mi general. Es una monstruosidad.
– ¡Maldita sea! Si sabe lo que es ¿para qué me lo pregunta? Y no me llame general. ¿Cuántas veces le tengo que decir que no me llame general? Estoy degradado. No soy general. No soy nada. Peor que eso: soy un gusano ? y el ex general redobló sus lloros.
– Es que es enorme mi? Es que es enorme.
– Sí, bueno, no está mal. Es enorme, y por dentro es muy confortable. Mi sastre es rico, mi jardinero es pobre. ¿Sabe de alguien que tenga tabaco por ahí?

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En caso de que fueran muy grandes los párrafos esos, podríamos poner unos parrafitos más pequeños. Los que cupieran.

1 Los individuos estos del espacio, además de tener tan poca formalidad como aparentaban, eran muy parecidos a los habitantes de Carrizos, pero mucho más pequeños y no llevaban boina. Medirían unos sesenta o setenta centímetros de altura y con los trajes parecían algo, pero al natural eran muy poquita cosa. Bueno, eso le pasa a cualquiera, la verdad.

2 – Venimos del espacio sideral ? le soltó de plano, sin rodeos.
Afrodisio se rio de buena gana, cosa que sorprendió a los tres viajeros, que ya se habían preparado para neutralizar la posible reacción adversa del viejo.
– Ya decía yo que esos trajes que llevabais me recordaban algo. Claro, los trajes de los hombres del espacio, como salen en los tebeos y en las películas. Oye, ¿no digáis que venís de Marte? ? les soltó cuando se le hubo medio pasado la risa.
– ¿Eso qué es?
– ¡Rediós! No me digáis que venís del espacio ese y no conocéis Marte. ¡Es increíble!

3 Nosotros, discretamente, omitiremos esta parte de la narración, porque es muy triste. Se dice que muchos de los marines lloraron desconsoladamente y el capitán Babbington lo hizo con tantas ganas y con tanto hipo, que finalmente le tuvieron que hacer sus hombres unas infusiones que, a falta de tila o valeriana, fueron de ortigas que también son muy buenas y había muchas entre la nieve. Nadie sabía para qué eran buenas, pero era lo único que había. El capitán protestaba todo lo que podía y reclamaba que le dieran whisky, pero sus soldados, que le querían mucho, le hicieron ver que en su estado, si le daban whisky, podría explotar, y le arrearon las ortigas.
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437 páginas impresas
Año de publicación
2017
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