Lo he vuelto a hacer. Me he despedido del trabajo y es que me gusta soñar muy a menudo. Me he comprado una nave intergaláctica, aunque algunos digan que es una simple furgoneta, pero eso es porque no saben de lo que hablan. Por el momento me está llevando a dar la vuelta al mundo y solo nosotros sabemos lo lejos que juntos podremos llegar.
Hace años, casi de un día para otro, ya que esa es una buena manera de hacer las cosas para que estas no se queden en el tintero, me fui con ella y con otra soñadora a explorar más allá de lo que ya conocía. A saltar fronteras.
Desde entonces he conseguido desarrollar un séptimo sentido para comunicarme hasta con las piedras, he ignorado las recomendaciones de los que me decían «hasta allí nunca llegarás», y he tenido que sentarme cada pocos días para asimilar lo que estaba viviendo porque había momentos en los que mi cabeza hervía de emociones.
También he pasado malos ratos y hoy los saboreo tanto o más que los buenos.
Este libro es una historia real que a veces puede que parezca un cuento.