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Cristina Peri Rossi

La rebelión de los niños

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  • c a t hcompartió una citahace 4 años
    ¿Qué sentido tiene extrañar aquello que no nos dejan extrañar? El de una rebeldía inútil.
  • c a t hcompartió una citahace 4 años
    Son cigarrillos de los buenos, americanos, con filtro y hermosas cajillas: pensé que los dibujos a Pico le iban a gustar, aunque no fume, porque me dijo el mismo muchacho que se encarga de nuestra correspondencia que Pico es un adulto muy sereno, austero y reservado, de vida casi monacal, entregado solamente a la poesía y a la política.
  • c a t hcompartió una citahace 4 años
    —No he querido rebelarme contra la deshumanización del sistema —insistí—. La silla es la silla, nada más, solamente que en lugar de reposar el culo sobre la felpa muelle, de un bonito color verde, todos aquellos que se le acerquen, tendrán que meter sus asentaderas sobre el barro del Vietnam, el colonialismo explotador, la desigualdad de clases, la represión organizada, y el Coloso de Marusi: Las Fuerzas Armadas-Que-Protegen-A-La-Nación. Para quienes creen todavía en la permanencia del instinto sexual, adherí una fotografía de Charles Bronson o la pareja de mujeres homosexuales, a gusto del consumidor.

    —Ambas cosas me parecen un poco ingenuas para tus catorce años —dijo ella, mirándome a la cara.
  • c a t hcompartió una citahace 4 años
    —No pretendo ser un artista —respondí, un poco molesto—. La cultura de las letras desaparece, dejando paso a la civilización de la imagen, y en los dorados bordes de las sillas, siento mi protesta —argüí, con las manos metidas en los bolsillos y los ojos bajos. Como todo el mundo, me molesta ser cuestionado. En ese mismo momento una hoja de álamo me rozó la cabeza. Me la quité de encima con fastidio, pero este pequeño accidente no la inmutó.

    —La protesta de los artistas carece de significación en el ámbito de la cultura de masas. También la protesta puede ser masificada, y por lo tanto, neutralizada, de la misma manera que se masifica la pasta de chicle o las reproducciones del Guernica. En el universo de las masas dirigidas, controladas por la ideología de los amos de las computadoras, una silla de artista es menos que la pata de una mosca rebelándose contra la deshumanización del sistema —peroró.
  • c a t hcompartió una citahace 4 años
    Del presente recordaremos sólo aquello que la memoria quiera conservar, pero ella no es libre, se trata también de una memoria oprimida, de una memoria condicionada, tentada a olvidar, una memoria postrada y adormecida, claudicante. Aunque he tratado de mejorar su funcionamiento mediante varios ejercicios, no logré gran resultado. Estoy seguro que si a nadie se le hubiera ocurrido inventar la escritura, gozaríamos de una memoria en mejor estado. Pero con la excusa de la palabra escrita, se ha vuelto tan perezosa que se pasa la mayor parte del tiempo durmiendo o distraída.
  • c a t hcompartió una citahace 4 años
    Tu manera particular me encantó, desde el principio, y me sentí solidario de ella. El vestido también es un lenguaje, sólo que diferente. En realidad, casi todas las cosas que conozco pueden ser lenguaje, algunos más sutiles, otros más complejos, diferentemente elaborados, lenguajes cuyo ámbito de difusión es pequeño, casi privado, y produce un placer muy especial a quienes comprenden el sentido de sus símbolos, su significado, en fin, múltiples lenguajes que hacen de cada uno de nosotros un descifrador y un elaborador de imágenes.
  • c a t hcompartió una citahace 4 años
    No hay ningún orgullo en haber inventado una fábula literaria que luego los militares se encargaron de copiar infamemente. Ni ellos ni yo inventamos nada. Este horror ya existió otras veces.
  • c a t hcompartió una citahace 4 años
    «En el futuro, si alguien lee estas páginas —escribía— y piensa que al no intervenir he traicionado alguna causa sin lugar a dudas justa, sépase que ha sido la fuerza de las circunstancias —y no un prejuicio literario— quien me ha conducido a hacerlo».
  • c a t hcompartió una citahace 4 años
    El proceso empezaba en la infancia. El asombro con que se descubría por primera vez el fuego, el mar, las nubes, un pez, los dedos de las manos, el ladrido del perro, la aparición de las flores, un estornudo y el dolor de una quemadura, era rápidamente asimilado; la computadora se ponía a registrar y la segunda llama, la nube de forma alargada, el pez rojo, la amapola y las manchas en la piel del tigre eran velozmente identificados; con un poco más de tiempo, el niño que sonreía ante la proximidad de la ola o se asustaba con el rumor del viento era un individuo que jamás veía una flor, pasaba con indiferencia delante de una hoguera y espantaba a los perros con la amenaza de un golpe. «No puedo recordar si siempre lo beso antes de salir o sólo me acerco y le digo: Hasta luego, querido». Uno se iba familiarizando con los seres y las cosas, con los objetos, hasta vivir en una vaga atmósfera indefinida de presencias conocidas y contornos poco nítidos; si un elemento, si un solo elemento fuera desprendido del conjunto y desapareciera, ¿alguien lo advertiría?
  • c a t hcompartió una citahace 4 años
    El cuadro estaba allí, perdido entre los papeles. No guardábamos muchos papeles, a causa de los soldados. Una vez al mes, los soldados venían a revisar la casa. Esa casa y las vecinas. En otros lugares, próximos o lejanos, también revisaban otras casas. Había que revisar bien toda la ciudad y asegurarse de que nada extraño se ocultaba en alguna parte (y extraña podía ser cualquier cosa que no le pareciera natural a un soldado). Cosa rara, la índole de los objetos.
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