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Lo piensa un día, dos, tres, una semana después sigue pensando sin tomar ninguna decisión. En realidad, incluso antes de pensarlo, sabe que no debe sumarse al proyecto. Lo que piensa, más bien, es otra cosa: cómo negarse. Decir no también es un oficio muy exigente. En vez de enseñar historia patria en las escuelas públicas, maestros especializados deberían impartir cursos anuales sobre el difícil arte de negarse.

paradójico. Pareciera que decir elimina el gusto. Que nombrar acaba con los deseos. Los poetas estamos jodidos.

deseo siempre es más grande en el silencio,

alcohol siempre cumple su tarea. Al final, nos bebe.

Para qué tienes a un niño en una telenovela?» Silencio. Más silencio. Golpeó entonces, con triunfante entusiasmo, la mesa y me espetó la respuesta correcta: «¡Para que lo secuestren, coño! ¡Para que lo secuestren!»

No hay nada tan adictivo como el rating.

repulsión a primera vista.

naba con un azul tenue su rostro. Sobre su cara transcurrían de manera dispar algunas imágenes. El silencio se me hizo todavía más cruel

Era un capítulo de Primavera, lo habíamos escrito hacía casi un mes. Pero en ese momento, de pronto, todo lo que aparecía en la pantalla me resultó tan desmesurado. Viendo las imágenes en silencio se hacía más exorbitante el artificio. La protagonista lloraba como sólo se llora en las telenovelas. Me sentí vacío, ridículo. Miré a mi madre. Tenía la boca entreabierta. La luz del televisor ilumi‍

padre siempre fue una postal, un lugar lejano, que sólo conoceremos a través de una foto.