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Libros
Aino Kallas

La novia del lobo

  • Aideécompartió una citahace 7 años
    Nadie puede así considerarse a salvo de las pérfidas emboscadas del Diablo, pues ni la virtud o la piedad, ni la sabiduría de la edad ni el coraje de la juventud o la máxima prudencia resultan aquí de utilidad.
  • juliasegura97compartió una citahace 6 años
    Pues tal poder le ha concedido el Señor a los demonios, y éstos pueden provocar granizadas, heladas y ráfagas de viento y envenenar el aire y el agua e incluso transformar a las personas en lobo
  • Samantta Sernacompartió una citahace 6 años
    ¡Protege, Señor, nuestro cuerpo y nuestra alma de todo mal y peligro, cual armadura de plata en la que rebotan las flechas del Tentador, ahora y por los siglos de los siglos!
  • b6306555485compartió una citahace 7 años
    asomarse por la ventana, y retrocedieron
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    Alma, partida en dos, que al mismo tiempo era del día y de la noche, de Dios y del Diablo, álzate hacia el Creador, que con sus bondadosos dedos te volverá a unir!».
    Y así concluye la historia de la Novia del Lobo de la isla de Hiiumaa
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    Déjame volar eternamente como la arena movediza en la orilla lisa, si ésa es Tu voluntad, pero concédele a ella el descanso, como a las aves marinas en las grietas de los acantilados»
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    Era una de esas noches en las que los muertos y ánimas vagan por doquier y atormentan los pensamientos de los vivos con gran angustia
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    Era la angustia de su alma enorme, y no sabía qué hacer para aliviarla
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    De noche le parecía ver incesante a su mujer Aalo, y su cabello rojizo mezclándose con las llamas en el fuego de la sauna, de modo que cabello y flamas formaban un solo y único fuego
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    ¡Si he de morir aquí con mi pequeño, recuerda, Priidik, que no hallaré la paz, ni tú tampoco, pues mi espíritu habrá de vagar errante!».
    Ésas fueron las últimas palabras que Aalo pronunció en esta vida
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