Leonardo Padura

Herejes

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En 1939, el S.S. Saint Louis, en el que viajaban novecientos judíos que habían logrado huir de Alemania, pasó varios días fondeado frente a La Habana en espera de que se autorizara el desembarco de los refugiados. El niño Daniel Kaminsky y su tío aguardaron en el muelle a que descendieran sus familiares, confiados en que éstos utilizarían ante los funcionarios el tesoro que portaban a escondidas: un pequeño lienzo de Rembrandt que pertenecía a los Kaminsky desde el siglo XVII. Pero el plan fracasó y el barco regresó a Alemania, llevándose consigo toda esperanza de reencuentro. Muchos años después, en 2007, cuando ese lienzo sale a subasta en Londres, el hijo de Daniel, Elías, viaja desde Estados Unidos a La Habana para aclarar qué sucedió con el cuadro y con su familia. Sólo alguien como el investigador Mario Conde podrá ayudarle. Elías averigua que a Daniel le atormentaba un crimen. Y que ese cuadro, una imagen de Cristo, tuvo como modelo a otro judío, que quiso trabajar en el taller de Rembrandt y aprender a pintar con el maestro.
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762 páginas impresas

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Opiniones

  • Yatzel Roldáncompartió su opiniónhace 5 años
    👍Me gustó
    🔮Profundo
    💡He aprendido mucho
    🎯Justo en el blanco

    Como cada libro de Padura, es un viaje a La Habana contemporánea y una reflexión sobre el ser y su papel en el mundo.

Citas

  • Yatzel Roldáncompartió una citahace 5 años
    Y eso es lo peor: que algo horrible parezca normal para algunos... Lo que más me entristece es comprobar que deben ocurrir historias como la tuya, o producirse renuncias lamentables como la de Salom Italia, para que los hombres por fin aprendamos cómo la fe en un Dios, en un príncipe, en un país, la obediencia a mandatos supuestamente creados para nuestro bien, pueden convertirse en una cárcel para la sustancia que nos distingue: nuestra voluntad y nuestra inteligencia de seres humanos. Es un revés de la libertad y...», cortó su frase porque con la vehemencia que lo había ido dominando uno de sus pies golpeó el vaso y derramó el vino en el suelo entablado
  • Yatzel Roldáncompartió una citahace 5 años
    Pero siempre fueron puros sueños, irrealizables para sus posibilidades económicas y de ciudadano de un país con las fronteras prácticamente clausuradas por murallas de decretos y prohibiciones, como le recordara Judy. Y, él lo sabía, los sueños, sueños son. Por ello, como otros viajeros inmóviles, se dedicó a recorrer el mundo a través de los libros, y se sintió satisfecho.
  • Yatzel Roldáncompartió una citahace 5 años
    Después de varios años sin sentirse compulsado a hurgar en la vida de nadie, con pocos meses de diferencia dos historias de muerte habían salido a su encuentro, movidas por el mismo resorte: el que había soltado un judío polaco que había dejado de creer en Dios, que se impuso ser cubano y que, en la más ardua encrucijada de su vida, se creyó con fuerzas suficientes para matar a un hombre que había tenido en sus manos la vida de sus padres y su hermana. Y aquellas historias, al parecer remotas, habían tenido uno de sus puntos de coincidencia visible en esa precisa esquina habanera, un espacio físico que ahora Conde se dedicaba a observar, mientras se limpiaba la cara humedecida por el sudor que le sacaba de las entrañas el impúdico calor de agosto y se preguntaba por los modos en que se crean, avanzan, tuercen y hasta confluyen los caminos de la vida de personas distintas y distantes.

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