Al otro lado del velo: El despertar

¿Qué pasa cuando las estructuras mentales que amoldan la realidad que conoces se derrumban por completo? ¿Qué sucede si descubres que lo que crees ser es un espejismo, una fachada de una realidad inimaginable a los ojos de la humanidad? ¿Qué pensarías si te dijeran que la vida, tal como la conoces, es un sueño del cual despertaras de un momento a otro? ¿Cómo te sentirías si tuvieras la certeza de que la muerte no existe, que solo es un juego que tú mismo creaste y planificaste desde antes de nacer?A través de estas líneas quiero que conozcan la historia de Adrián, un hombre muy particular que conocí en mi estadía como pasante universitario y que cambió mi forma de ver el mundo por completo. Al principio tuve miedo, me estaba enfrentando a un conjunto de hechos que estaban fuera de toda lógica racional y que tenía a gran parte de los habitantes del domicilio, donde nos hospedamos, atemorizados y desconcertados. La curiosidad y mis ganas de enfrentarme a la verdad me permitieron acercarme a Adrián en busca de respuestas. Él lo sabía desde el principio. Supo canalizar todo mi interés para transportarme a un mundo nuevo y desconocido que devastó todo lo que creía saber sobre la existencia.Nos hicimos buenos amigos; fue entonces cuando empecé a comprender que Adrián no era una persona normal y corriente.Comencé a intuir que sus conceptos de la realidad, o “del mundo de las formas” ----como él le llamaba----, se vieron afectadas por un suceso que lo trasformó por completo. Su presencia no estaba ligada enteramente a este mundo, si lo quería, podía desprenderse de el a su antojo. Quise saber que lo hacía tan especial y el me brindo la posibilidad de averiguarlo de una forma particular: contestaría once preguntas que yo le formulara. Aunque al comienzo las preguntas que le hice fueron limitadas por mis patrones mentales, él se encargó de abrir mi mente a otra dimensión, fue así que a medida que avanzábamos las respuestas fueron tomando más profundidad. Y llego la respuesta a la pregunta número once, la más ambiciosa. Para ello me entregó un cofre con una cerradura cifrada la cual debería abrir a través de la resolución de un criptograma que el mismo diseñó.––Es el secreto que me permite hacer lo que has visto y que tanto te ha impresionado. –––Me dijo––– Pero lo más importante; es la prueba irrefutable de que la muerte no existe.Después de un tiempo pude descifrar la clave. Lo que encontré dentro del cofre fue un manuscrito de su puño y letra el cual comparto con el estimado lector a través de este libro. Quiero que recuerde: la verdad no hay que creerla, hay que sentirla. Esta historia tiene menos ficción de lo que usted imagina. Puede estar seguro que no lo dejará indiferente.