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Walter Tevis

El hombre que cayó en la Tierra

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  • martecompartió una citahace 2 años
    WALTER STONE TEVIS
  • martecompartió una citahace 2 años
    Bryce, abrumado por la extraña manera de hablar de Newton, encontró difícil seguir mirándole a la cara, de modo que inclinó la cabeza.

    —¿No puede usted terminar la nave?

    —¿Cree que me lo permitirían?

    —Con todo su dinero…

    —¿Cree que yo lo deseo?

    Bryce alzó la mirada.

    —Bueno, ¿lo desea usted?

    —No. —Luego, súbitamente, el rostro de Newton recobró su antigua apariencia, más serena, más humana—. Oh, sí, supongo que lo deseo, Nathan. Pero no lo suficiente. No lo suficiente.

    —Entonces, ¿qué pasa con su propio pueblo? ¿Con su familia?

    Newton volvió a sonreír misteriosamente.

    —Imagino que todos morirán. Pero probablemente le sobrevivan a usted.

    Bryce quedó sorprendido ante sus propias palabras.

    —¿Destruyeron su mente cuando quemaron sus ojos, señor Newton?

    La expresión de Newton no se alteró.

    —Usted no sabe absolutamente nada acerca de mi mente, Nathan. Eso se debe a que es usted un ser humano.

    —Ha cambiado, señor Newton.

    Newton rio suavemente.

    —¿En qué, Nathan? ¿He cambiado en algo nuevo, o he regresado a algo viejo?

    Bryce no supo que contestar a esto, y permaneció silencioso. Newton se sirvió otro pequeño trago y dejó el vaso sobre la mesa. Luego dijo:

    —Este mundo está tan condenado como Sodoma, y yo no puedo hacer nada por arreglarlo. —Vaciló—. Sí, una parte de mi mente está destruida.

    Bryce, tratando de protestar, dijo:

    —La nave…

    —La nave es inútil. Tenía que haber sido terminada a tiempo, y ahora no disponemos de tiempo suficiente. Nuestros planetas no se acercarán lo necesario el uno al otro hasta dentro de siete años. Se están separando ya. Y los Estados Unidos nunca me permitirían construirla. Y si la construyera, nunca me permitirán lanzarla al espacio. Y si la lanzara al espacio, detendrían a los antheanos que vinieran en ella. Y probablemente les cegarían. Y destruirían sus mentes…

    Bryce terminó su bebida.

    —Usted dijo que tenía un arma.

    —Sí, lo dije. Estaba mintiendo. No tengo ningún arma.

    —¿Por qué tenía que mentir…?

    Newton se inclinó hacia adelante, apoyando cuidadosamente sus codos sobre la mesa.

    —Nathan, Nathan. Entonces tenía miedo de usted. Tengo miedo ahora. He tenido miedo a todo en cada momento que he pasado en este planeta, en este monstruoso, bello y aterrador planeta, con todos sus extraños animales y su agua abundante, y todos sus seres humanos. Tengo miedo ahora. Tendré miedo hasta que me muera.

    Hizo una pausa, y al ver que Bryce no decía nada continuó:

    —Nathan, piense en lo que representa
  • martecompartió una citahace 2 años
    Hay veces en que se nos aparecen ustedes como monos sueltos en un museo, portando cuchillos, rasgando las telas, rompiendo las esculturas con martillos.

    Bryce permaneció silencioso unos instantes. Luego dijo:

    —Pero fueron seres humanos los que pintaron los cuadros, hicieron las estatuas.

    —Solo unos cuantos seres humanos —dijo Newton—. Solo unos cuantos. —Bruscamente, se levantó de la cama y añadió—: Creo que ya he visto lo suficiente de Chicago. ¿Le gustaría regresar a casa?
  • martecompartió una citahace 2 años
    Todos estaremos comiendo escoria de charca y grasa de pescado y copos de hidratos de carbono de Erlenmeyer dentro de veinte años, pensó, terminándose la tortilla. Cuando no haya más espacio para los pollos conservarán los huevos en museos. Tal vez el Smithsoniano tendrá una tortilla conservada en plástico.
  • martecompartió una citahace 2 años
    Tan distintas a su propio idioma, aunque el uno se había desarrollado del otro, hacía muchos milenios. Se permitió a sí mismo pensar, por primera vez en varios meses, en la suave conversación de sus viejos amigos antheanos, en los agradables alimentos que había comido toda su vida en su hogar, y en su esposa y sus hijos.

    Quizá fue el frescor de la habitación, calmándole después de su atroz viaje veraniego, quizás el alcohol, todavía nuevo para sus venas, lo que le hizo caer en un estado mental tan parecido a la nostalgia humana: sentimental y amargado. Deseó, súbitamente, oír el sonido de su propio idioma hablado por alguien, ver los claros colores del suelo antheano, percibir el acre olor del desierto, escuchar los profundos sonidos de la música de su patria, y contemplar las brumosas paredes de sus edificios, el polvo de sus ciudades. Y deseó a su esposa, con la débil sexualidad corporal antheana: un dolor sordo e insistente. Y de pronto, mirando de nuevo a su alrededor, con las paredes grises y los muebles vulgares de la habitación, se sintió disgustado, harto de este lugar extraño, de esta cultura ruidosa, gutural, desarraigada y sensual, de este conjunto de monos listos, irritantes, absortos en sí mismos… vulgares y despreocupados, mientras su insustancial civilización, al igual que el Puente de Londres y todos los puentes, iba desmoronándose, desmoronándose.
  • martecompartió una citahace 2 años
    La Caída de Icaro de Brueghel
  • martecompartió una citahace 2 años
    Quinteto para Clarinete en La Mayor de Mozart.
  • Parásitoscompartió una citahace 3 años
    Nathan. Nathan. Entonces tenía miedo de usted. Tengo miedo ahora. He tenido miedo a todo en cada momento que he pasado en este planeta, en este monstruoso, bello y aterrador planeta, con todos sus extraños animales y su agua abundante, y todos sus seres humanos. Tengo miedo ahora. Tendré miedo hasta que muera, aquí.
  • Beto Maldonado Arroyocompartió una citahace 3 años
    el mundo pagaría por todo, a fin de cuentas: Massachusetts y Marte; pagaría todo el mundo en todas partes.
  • Beto Maldonado Arroyocompartió una citahace 3 años
    el mundo pagaría por todo, a fin de cuentas:
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