Esto es algo que se puede observar en los mamíferos en general. Y la explicación es bastante sencilla: para un macho, lo más adaptativo es esparcir su carga genética lo más posible, porque el gasto es minúsculo. Por el contrario, para las hembras, que tienen que gestar, parir y amamantar, el coste de poner en juego su carga genética es descomunal y, por lo tanto, lo más adaptativo es elegir con mucho tiento cuál es el macho por el que se dejan fecundar y ahuyentar al resto.