Exposición: los procedimientos del pasado real y del pasado virtual pueden ilustrarse con un acontecimiento tan presente en la memoria colectiva como es el hundimiento del Titanic. El desastre, tal y como ocurrió en realidad, va cayendo en el olvido a medida que los testigos oculares mueren uno tras otro, los documentos se deterioran y los restos del naufragio se desintegran en su tumba atlántica. En cambio, el hundimiento virtual del Titanic, fruto de testimonios modificados, artículos periodísticos, rumores, fantasías —en suma, fruto de la creencia popular— se torna cada vez más «verdadero». El pasado real es frágil y quebradizo, cada vez se vuelve más oscuro y cada vez cuesta más captarlo y reconstruirlo; el pasado virtual, por el contrario, es maleable, está cada vez más claro y cada vez se hace más difícil sortearlo y denunciar que se trata de un fraude.