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Libros
Robert McKee

El guión. Story

Partiendo de conceptos básicos (¿qué es una escena?, ¿qué es una secuencia?, ¿cómo lograr el clímax de un acto?, ¿cómo lograr el clímax de una película?) McKee muestra el misterio de las estructuras, explica las características de cada género, define la importancia de la ambientación, la diferencia entre la caracterización y la realidad de un personaje, en suma, todo aquello que hace que un guión destaque por encima de los demás.

Ilustrado con muestras de guiones clásicos (Casablanca, Chinatown, etc), McKee analiza cómo está construida cada escena para que funcione y, lo que es más importante, por qué funciona.

Por su profunda comprensión de los mecanismos que mueven las historias y su original método de enfocar la redacción de guiones, El guión constituye una herramienta imprescindible para todo aquel que quiera llevar una idea a la pantalla. En los seminarios que Robert McKee imparte por todo el mundo se han gestado algunos de los guiones de las películas más premiadas de Hollywood. El autor es además consultor de productoras como Tri-Star y Golden Harvest Films.

Quincy Jones, Diane Keaton, Gloria Steinem, Julia Roberts, John Cleese y David Bowie son algunos de sus célebres alumnos, mientras que series como Friends, Barrio Sésamo, M. A. S. H., Ally McBealCheers por citar algunas, han surgido de sus clases de redacción de guiones. Algunos ejemplos de películas que deben su existencia a McKee son, El hombre elefante, Forrest Gump, Gandhi, Leaving Las Vegas, Toy Story, El show de Truman, Un pez llamado Wanda, entre otras.
628 páginas impresas
Publicación original
2011
Año de publicación
2011
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Opiniones

  • Luis Roacompartió su opiniónhace 3 años
    💡He aprendido mucho

  • Diego Mazacottecompartió su opiniónhace 6 años
    👍Me gustó
    💡He aprendido mucho
    🎯Justo en el blanco

Citas

  • Franco ʕ•́ᴥ•̀ʔっcompartió una citahace 9 días
    Funciona? ¿Por qué no? ¿Debería eliminar cosas? ¿Añadir otras? ¿Reorganizarlas?» Se escribe y se lee; se crea, se critica; impulso, lógica; hemisferio derecho, hemisferio izquierdo; se vuelve a imaginar, se vuelve a escribir. Y la calidad de las revisiones, la posibilidad de alcanzar la perfección, depende del dominio del oficio que nos guía a corregir las imperfecciones. Un artista nunca se encuentra a merced de los caprichos del impulso; ejercita voluntariamente su oficio para crear armonías de instintos e ideas.
  • Franco ʕ•́ᴥ•̀ʔっcompartió una citahace 9 días
    Qué ritmo tiene el día de un guionista? En primer lugar se entra en el mundo imaginado. Cuando los personajes comienzan a hablar y actuar, se escribe. ¿Qué se hace después? Se sale de la fantasía y se lee lo que se ha escrito. ¿Y qué se hace mientras se lee? Se analiza. «¿Es bueno?
  • Franco ʕ•́ᴥ•̀ʔっcompartió una citahace 9 días
    reales» que la propia gente, que ese mundo ficticio es más profundo que el verdadero. También hay que amar lo dramático, sentir una fascinación por las sorpresas y revelaciones repentinas que producen cambios abismales en la vida. Hay que amar la verdad; se debe cuestionar cada verdad de la vida hasta alcanzar los propios motivos ocultos. Se debe amar a la humanidad, estar dispuesto a simpatizar con las almas que sufren, a meterse en la piel de los demás y ver el mundo a través de sus ojos. Es preciso amar las sensaciones, es decir, tener el deseo de mimar no sólo los sentidos físicos sino también los internos. Hay que amar los sueños, el placer de dejarse llevar tranquilamente por la imaginación con el único objetivo de ver hasta dónde nos lleva, y dejarse fascinar por el humor y alegrarse por esa gracia salvadora que nos devuelve el equilibrio en la vida. Es necesario, además, sentir el lenguaje, deleitarse en el sonido y en el significado, en la sintaxis y en la semántica. Hay que percibir la dualidad, las contradicciones ocultas de la vida, sospechar de forma sana que las cosas no son lo que parecen. Se debe aspirar a la perfección, sentir la pasión de escribir y revisar en busca del momento perfecto. Buscar lo singular, sentir la emoción de la audacia y presentar un rostro de pétrea calma ante el ridículo. Perseguir la belleza, tener un sentido innato que atesore lo bien escrito, odie la mala redacción y conozca la diferencia. Se debe amar el «yo», una fortaleza que no necesita un refuerzo constante, que nunca duda de su condición de escritor. Se debe sentir intensamente la escritura y soportar la soledad

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