pudiera recordar cosas de hace sesenta años con claridad, me parecería muy mayor. Y, sin embargo, yo no me siento mayor en absoluto, y no tanto una superviviente como alguien que aún está recorriendo su camino. Supongo que la vejez comienza cuando miramos atrás más que adelante, pero lo cierto es que yo sigo mirando con ilusión los años que quedan por venir y, sobre todo, las sorpresas que me aguardan cada día