Bernays no vio contradicción alguna entre propaganda y democracia; es más, creía que su visión de una ciencia de las relaciones públicas era necesaria para salvar la democracia: «La nuestra ha de ser una democracia de liderazgo administrada por una minoría inteligente que gobierne y guíe a las masas», sostuvo. «¿Es éste un gobierno por la propaganda? Llamadlo, si preferís, gobierno por la educación».9