Jorge Baeza pertenece a una estirpe en extinción: la de los lectores voraces, aquellos a los que ningún texto les es indiferente y, con la misma devoción, abordan tanto un clásico de la literatura como al más contemporáneo de los autores. Y, todo ello, desde una mirada desprejuiciada y culta, que le permite llegar, quizás, hasta el sentido más profundo de lo que lee.