Quien llega a la «existencia» está expuesto, en primer lugar, a lo abrumador de un monstruoso desbloqueo del seguro, con la urgencia, a la vez, de tener que asegurarse en lo desasegurado. El estar-caído-en-el-mundo, como Heidegger lo transcribe de forma inédita, incluye la desconsiderada imposición de una intranquilidad a priori, a pesar de todas las grandes y pequeñas huidas posteriores, posnatales y pospánicas, a lo tranquilizador. Quien con ojos saltones lanza las primeras miradas al mundo puede ser cualquier cosa, pero no un nacido para ver; no un llamado a mirar. Las miradas felizmente amplias de los calmos días del alción aparecen en unos pocos mortales como una posibilidad tardía y rara de vida contemplativa. «Existencia» normal quiere decir una situación que viene determinada como unidad escénica de inmersión y emergencia en un entorno