Libros
Olga Tokarczuk

Los Libros de Jacob

Vuelve la Premio Nobel con una novela total sobre las andanzas de Jacob Frank, que se autoproclamó Mesías en pleno Siglo de las Luces.
Jacob Frank, el protagonista de esta novela, parece por sus peripecias un personaje ficticio que solo la mente de una novelista podría concebir. Sin embargo, resulta que existió, y su vida está históricamente documentada. La Premio Nobel Olga Tokarczuk parte de las andanzas de este personaje real para construir una novela impetuosa, deslumbrante.
En la segunda mitad del siglo XVIII, el joven judío Jacob Frank se reinventó una y otra vez; recorrió dos imperios, el de los Habsburgo y el Otomano; profesó tres religiones; se autoproclamó Mesías; soliviantó a las autoridades; reunió discípulos y creó una secta que abogaba por romper tabúes y practicaba, según algunos rumores, ritos orgiásticos y bacanales; buscó la trascendencia espiritual en pleno Siglo de las Luces; cuestionó el orden establecido y fue perseguido y acusado de hereje… Con este personaje real casi inverosímil –carismático, loco, subversivo, iconoclasta–, la autora construye una novela épica, histórica, satírica y filosófica que recorre Europa hasta sus confines, desde las aldeas campesinas hasta las sofisticadas cortes. Con una prosa exquisita y un ritmo que no da tregua, Tokarczuk atrapa al lector en sus garras y no lo suelta.
Una novela total, que reconstruye una historia poco conocida de nuestro pasado para abordar literariamente los grandes temas de nuestro presente.
1.288 páginas impresas
Publicación original
2023
Año de publicación
2023
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Opiniones

  • Emanuel Bravo Gutiérrezcompartió su opiniónel año pasado
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  • Ada Vargascompartió su opiniónel año pasado
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    🔮Profundo

Citas

  • Emanuel Bravo Gutiérrezcompartió una citael año pasado
    on y crecieron. No eran, empero, cuernos corrientes, como los que tiene el ganado. Los suyos eran blandos, se trenzaban y se enrollaban. El sabio macho cabrío los ocultaba. De día los llevaba tan enrollados que parecían unos cuernos de lo más corrientes. Pero por la noche salía, mirad, allí, al ancho escalón del castillo, al atrio hundido, y desde allí alcanzaba el cielo con los cuernos. Los desplegaba hacia lo alto, lo más alto posible, se erguía sobre las patas traseras para alcanzar aún más altura, hasta tocar con las puntas de los cuernos la Luna creciente, astada como él, y le preguntaba: «¿Qué hay de nuevo, Luna? ¿Aún no ha llegado la hora de la venida del Mesías?»
  • Emanuel Bravo Gutiérrezcompartió una citael año pasado
    Cuando nació, alrededor de la casa deambulaban brujas, pero no podían penetrar en el interior porque Yenta la vigilaba. Compartía la vigilancia con una perra cuyo padre había sido un auténtico lobo, uno de los que vagaban solitarios de gallinero en gallinero en busca de presa. Aquella perra se llamaba Wilga. Mientras nacía el más pequeño de los hijos del hijo menor de Yenta, Wilga daba vueltas alrededor de la casa día y noche, desfallecida de agotamiento. Gracias a sus carreras, las brujas, con la mismísima Lilit a la cabeza, no lograron acercarse.
  • Emanuel Bravo Gutiérrezcompartió una citael año pasado
    A veces Dios se cansa de su propia luminosidad y del silencio, la infinitud lo marea. Entonces –como si se tratara de una enorme ostra omnisensible cuyo cuerpo, tan desnudo y delicado, percibe la más mínima vibración de las partículas de luz– se contrae dejando un poco de espacio donde enseguida, y de la perfecta nada, surge el mundo. En un primer momento recuerda al moho, es delicado y blanco, pero crece deprisa, las fibras se juntan creando una textura sólida. Finalmente se endurece y empieza a teñirse de colores. Lo acompaña un sonido suave, apenas audible, una sombría vibración que hace temblar de inquietud a los átomos. Precisamente de este movimiento surgen las partículas, seguidas por granos de arena y gotas de agua que dividen el mundo en dos.

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