—Thomas no te mintió. Siempre pensó que volvería a buscarte. Le llevó más tiempo del que pensaba, eso es todo. Y cuando volvimos a casa, no querías saber nada con nosotros. Con los lobos.
—No sabía qué más hacer. Me abandonaste, Mark. Me abandonaste, mierda. Thomas te dijo que lo siguieras, y tú simplemente…
—Casi rompo mis vínculos con la manada por eso.
—¿Qué? —pregunté, perplejo.
—Casi abandono la manada.
—¿Por qué?
Rio con amargura.
—Por qué. Por qué. Para poder quedarme aquí, idiota. Para poder quedarme contigo.
—Te lo pedí. Te supliqué. Y te negaste. Porque te convertirías en Omega.
—No tiene importancia ahora, ¿verdad? Ya está sucediendo.