Una pareja de amantes con metas y pensamientos totalmente diferentes, excepto por el interés mutuo en la figura de El centauro del norte, se plantean continuar con su relación tal cual la han llevado hasta este momento o formalizar para que uno de ellos sienta cierta estabilidad. En el medio de este contexto aparece la figura de Villa como la voz de la conciencia de Adrián, misma que intentará guiarlo con el pensamiento machista del siglo XIX y que se desconcertará por cómo en el siglo XXI se manejan las relaciones afectivas y el empoderamiento femenino.