«Desenamorarme de ti ha sido lo más difícil que he hecho nunca». Las últimas palabras de la Chica de los tirabuzones siguen resonando todavía en mi cabeza. Luego me dio un abrazo y se marchó. Yo cogí el dolor, lo cargué en mi espalda y, poco a poco, lo he ido convirtiendo en este libro. Ahora, lo peor es que no puedo dormir, pero al insomnio le he cogido cariño porque en mi tristeza hay belleza en sus paredes, arte en sus palabras, vida en su derrota. Y así, junto a Carlos y a la mujer que da de comer a los gatos callejeros, el que les habla (un tal Martín) recorrerá los días y lugares que le hicieron cambiar la percepción del amor.
Ella se ha ido y con nuestra historia estoy construyendo un reino mágico al galope de los recuerdos más bonitos de mi vida. Acomodaos, echad un vistazo a vuestros sentimientos y dejad que os cuente cómo enamorarme de la Chica de los tirabuzones fue lo más fácil que hice nunca.
Coged una cerveza del frigorífico.
Estáis todos invitados.