AA. VV.

Kaiki

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Hasta la introducción de los ideogramas chinos en el siglo VI, el japonés era una lengua oral que no tenía escritura. Se trata, seguramente, del país con la más amplia y antigua tradición oral. El monogataru era el oficio de contar historias oralmente y de entre todas ellas, las favoritas de los japoneses, que han trascendido más allá de sus fronteras, son las crónicas sobrenaturales y de miedo. En esta recopilación, el lector disfrutará de una selección de escalofriantes relatos, historias que nos arrastrarán a un país plagado de mitos, leyendas ancestrales y supersticiones. Un lugar remoto y exótico en el que sus habitantes conviven con la arraigada creencia de que hay muchos tipos de monstruos, imaginarios y reales, ocultos entre nosotros. Desde increíbles ermitaños que conservan las cabezas de sus víctimas hasta jóvenes marcados por el destino que anuncian un aciago final a los barcos en los que se suben, estos cuentos se moverán en la fina barrera que separa el mundo real del mitológico. Entre sus páginas, podremos ver la importancia vital del mar en la superstición de un país formado por más de tres mil islas o la oscuridad que ocultan los nuevos adelantos como las películas. Siempre sin olvidar la complejidad de la mentalidad japonesa, cuya fascinación puede llegar a convertirse en algo verdaderamente terrorífico. Prepárese para disfrutar de doce inquietantes relatos que le pondrán los pelos de punta. Una lectura imprescindible para todos los aficionados a la novela gótica y de terror.
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221 páginas impresas
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Opiniones

  • Verocompartió su opiniónhace 2 años
    👍Me gustó
    💀Espeluznante
    💡He aprendido mucho
    🎯Justo en el blanco
    🚀Adictivo

  • Ana Laura Deceano 🌺compartió su opiniónhace 5 años
    👍Me gustó

Citas

  • Verocompartió una citahace 2 años
    Si no fue obra del demonio que había carcomido su alma, debió tratarse de la ira de Dios por haberse acercado tanto a la belleza del infierno.
  • Verocompartió una citahace 2 años
    Dos o tres meses después de aquello, dividió en segmentos el laboratorio y colocó espejos en los lados, arriba y abajo. Se construyó su propia casa de espejos, por así decirlo. Incluso la puerta era un espejo. Pasaba mucho tiempo allí, solo con una vela. Nadie sabía qué hacía, pero yo podía imaginarme lo que veía. En el centro de un cuarto rodeado de espejos, se reflejaría en una sucesión de imágenes infinitas. Estaría por todas partes. Solo de pensarlo sentía escalofríos.
  • Verocompartió una citahace 2 años
    Era una noche nublada de finales de primavera y el ambiente estaba cargado, como si estuviéramos en el fondo del mar.

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