Si vas con un perro, muchas personas se sienten con el derecho a aconsejarte o incluso a cuestionarte. Otras creen que, por el hecho de tener también un perro, ya han establecido un lazo de unión al que estás obligada a responder. Si los perros se paran a saludarse, una tiene que saludar también, intercambiar elogios y comentarios orgullosos, anécdotas, como si los perros fuesen bebés y sus dueños, todos sus dueños, formasen parte de una comunidad.