Este no es un libro de quejas, por el contrario, sugiero tomar partido y comenzar la acción que nos reivindique como personas. Cada uno desde su lugar podrá hacer lo que esté a su alcance. Es cuestión de cambiar de actitud, de salir de la pasividad, y de pensar qué es lo puedo hacer para contribuir al empoderamiento del segmento al que pertenezco.
Decidí incorporar cuatro relatos eróticos, para ayudar a derribar los prejuicios existentes sobre la forma en que los viejos vivimos la sexualidad. Pero ignorados, postergados, sometidos, despojados, discriminados, maltratados, etc., los viejos somos una categoría social que puede y debe ejercer su poder.
Somos la generación que vio surgir Woodstock y la época de los hippies, del sexo, droga y rock and roll. Somos los que resistimos estoicamente la dictadura militar, la generación del Cordobazo. Y aunque no todos hayamos formado parte de la militancia, el resto ha quedado impregnado por los hechos. Somos la generación del mayo francés que tuvo como consigna «la imaginación al poder», ¿Cómo no vamos a poder imaginar una sociedad en la que los viejos seamos respetados?